Llevan veinte años en este negocio. Son una de las bandas más representativas de la última década del siglo XX. Por algunos años, fueron la última fuerza contestataria de la música popular, teniendo una reñida pelea con el “maestro de los boletos” la cual perderían. Pero veamos el lado amable de esta derrota, si no hubiera sido por esto quizá no habrían venido a México en el 2004. También le huyeron a la moda de hacer un video por cada sencillo publicado, teniendo un registro bastante bajo de videos oficiales. Otra de sus contribuciones a la historia del rock fue consagrar a un grupo de músicos, encabezados por un ex surfer convertido en vocalista, con un timbre vocal único el cual se ha intentado imitar hasta el hartazgo.
Este año Pearl Jam lanza su noveno disco de estudio titulado Backspacer el cual fue lanzado por su propia compañía disquera Monkeywrench Records en Estados Unidos y con Universal alrededor del mundo.
Y sí, las cosas han cambiado mucho. Las letras de Eddie Veder están cargadas de optimismo, esperanza. Como él mismo declaro: “He tratado, a lo largo de los años, ser esperanzador en las letras, y ahora será más fácil” refiriéndose a la llegada al poder de Barack Obama, hecho que ha cambiado la visión crítica hacía el gobierno de Estados Unidos por parte de Vedder y compañía.
El guitarrista Stone Gossard también tiene su punto de vista al cambio en las letras de la banda: “Hemos hecho un par de discos políticos, los últimos dos en particular, y alejarte de esto es fantástico, ya que eso te permite regresar a eso cuando lo necesites y refresca a todos”.
Tomando en cuenta esto, Pearl Jam se mueve hacia otros terrenos también en la parte musical. Se alejan del rock duro, seco, lleno de riffs. Hoy entregan un disco más relajado, sin dejar de lado los instrumentos básicos (guitarra, bajo, batería, voz) y una que otra melodía rápida (Gonna See My Friend y Supersonic por ejemplo).
Lo cierto es que Pearl Jam tiene a su favor que ha dejado de ser una banda de moda, obligada a satisfacer los estándares impuestos por la radio o los canales de videos. Lo malo es que no sale muy bien librado. Este disco tiene buenos momentos, por ejemplo el primer sencillo The Fixer, a pesar de sonar mas cercano al pop que al rock, es una buena rola para escuchar mientras se maneja o algo parecido, con una letra bastante alegre. Pero en su mayoría se vuelve un disco repetitivo, soso. No se puede negar que le echaron muchos huevos al disco, y a pesar de ser sólo once temas, los cuales también se caracterizan por una duración más corta a lo habitual, los treinta y seis minutos que dura el disco, por momentos se hacen eternos y dan ganas de cambiar de álbum. Un disco fácil de escuchar, pero que decepciona. Sí, habrá quien diga que Pearl Jam son unos consagrados y es cierto, pero por lo mismo habría que exigirles más. Pero seamos honestos, ninguna banda mantiene el nivel toda su carrera, así que espero en unos años me vuelvan a sorprender.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
PEARL JAM - BACKSPACER
lunes, 21 de septiembre de 2009
UNA PELÍCULA SOBRE LOS PIXIES
Pixies fue una de las bandas más importantes en la década de los ochentas. Basta mencionar que son la mayor influencia de Kurt Cobain, quien mencionó que “Smell Like Teen Spirit” fue una especie de tributo-fusil a esta banda formada allá en 1985 en la ciudad estadounidense de Boston. Tras algunos años de ser ignorados en su país y con un mediano éxito en el Reino Unido, la agrupación conformada por Charles Thompson, mejor conocido como Black Francis en la voz y segunda guitarra, Kim Deal en la segunda voz y bajo, Joey Santiago en la guitarra principal y Dave Lovering en la batería, se separó en 1993, tras los constantes roces entre Thompson y Deal.
Once años después del rompimiento, Pixies se reunió para exigir la atención mediática y de público, así como el dinero ¿por qué no? Que les fueron negados en sus primeros años. Y es esto lo que captura el documental Loud Quiet Loud: A Film About the Pixies (2006) el cual se exhibió en la Cineteca Nacional de la capital mexicana, en el marco del ciclo Rock en el Cine.
Durante noventa minutos aproximadamente, somos testigos de lo poco glamoroso y glorioso que puede ser músico, y al mismo tiempo ser testigos de cómo una banda puede estar tocando en el escenario con una aparente felicidad, y tras bambalinas tratarse como un grupo de conocidos sin nada que decirse. Además nos enteramos que hicieron los cuatro integrantes tras la separación, siendo realidades muy diferentes las de Francis y Deal comparadas con las de Santiago y Lovering. Los dos primeros lograron cierto éxito con sus proyectos post-Pixies. Francis con su carrera solista y después junto a The Catolics logró mediano reconocimiento de público y crítica. Mismo caso el de Deal quien se unió a su hermana gemela Kelley y lanzaron The Breeders, proyecto que le dio la oportunidad de sacar todo el material y las ideas que Francis le impidió publicar con Pixies. Por su parte Santiago tocó en algunos discos con Francis y otras bandas, pero siempre manteniendo un bajo perfil. El caso más triste fue el de Lovering quien se regaló a sus dos pasiones, según declaró: la magia y la detección de metales, con resultados poco alentadores, ya que lo habían echado de su casa y vivía en hoteles de paso.
Con este contexto se da la reunión de la banda. Con un Black Francis arrogante, por momentos ególatra y hasta chocante. Deal, recién salida de una clínica de rehabilitación por su adicción a las drogas y al alcohol, Santiago con la necesidad de terminar su documental y extrañando a su esposa e hija; por último Lovering se siente aliviado ya que tendrá dinero para pagar sus deudas. El documental nos lleva por lo que sienten, piensan, respiran y comentan cada uno de los Pixies. Mezclado con algunas canciones e impresiones sobre lo que significó revivir una banda que es catalogada punta de lanza del llamado rock alternativo. Llama la atención los momentos de tensión y silencio. Esos momentos donde la fragilidad de la banda se pone de manifiesto y demuestra que el dinero, el reconocimiento y quizá la nostalgia los mantienes unidos, así como la energía y la entrega de los fans en cada tocada.
Loud Quiet Loud… es un pequeño viaje sobre los pormenores del primer año de reencuentro de Pixies el cual hasta el día de hoy lleva ya cinco años. Un documento interesante y único, respecto a la banda, ya que pocas veces he visto cintas donde se muestren las tensiones y las diferencias de una agrupación, dejando ver lo difícil y disfuncional que son los grupos de rock. Si eres fan de Pixies no te la puedes perder, si no lo eres, buen pretexto para conocer a los creadores de joyitas como Break my Body, Where Is my Mind?, Cactus, Isla de Encanta, Vamos y un largo etcétera.
Once años después del rompimiento, Pixies se reunió para exigir la atención mediática y de público, así como el dinero ¿por qué no? Que les fueron negados en sus primeros años. Y es esto lo que captura el documental Loud Quiet Loud: A Film About the Pixies (2006) el cual se exhibió en la Cineteca Nacional de la capital mexicana, en el marco del ciclo Rock en el Cine.
Durante noventa minutos aproximadamente, somos testigos de lo poco glamoroso y glorioso que puede ser músico, y al mismo tiempo ser testigos de cómo una banda puede estar tocando en el escenario con una aparente felicidad, y tras bambalinas tratarse como un grupo de conocidos sin nada que decirse. Además nos enteramos que hicieron los cuatro integrantes tras la separación, siendo realidades muy diferentes las de Francis y Deal comparadas con las de Santiago y Lovering. Los dos primeros lograron cierto éxito con sus proyectos post-Pixies. Francis con su carrera solista y después junto a The Catolics logró mediano reconocimiento de público y crítica. Mismo caso el de Deal quien se unió a su hermana gemela Kelley y lanzaron The Breeders, proyecto que le dio la oportunidad de sacar todo el material y las ideas que Francis le impidió publicar con Pixies. Por su parte Santiago tocó en algunos discos con Francis y otras bandas, pero siempre manteniendo un bajo perfil. El caso más triste fue el de Lovering quien se regaló a sus dos pasiones, según declaró: la magia y la detección de metales, con resultados poco alentadores, ya que lo habían echado de su casa y vivía en hoteles de paso.
Con este contexto se da la reunión de la banda. Con un Black Francis arrogante, por momentos ególatra y hasta chocante. Deal, recién salida de una clínica de rehabilitación por su adicción a las drogas y al alcohol, Santiago con la necesidad de terminar su documental y extrañando a su esposa e hija; por último Lovering se siente aliviado ya que tendrá dinero para pagar sus deudas. El documental nos lleva por lo que sienten, piensan, respiran y comentan cada uno de los Pixies. Mezclado con algunas canciones e impresiones sobre lo que significó revivir una banda que es catalogada punta de lanza del llamado rock alternativo. Llama la atención los momentos de tensión y silencio. Esos momentos donde la fragilidad de la banda se pone de manifiesto y demuestra que el dinero, el reconocimiento y quizá la nostalgia los mantienes unidos, así como la energía y la entrega de los fans en cada tocada.
Loud Quiet Loud… es un pequeño viaje sobre los pormenores del primer año de reencuentro de Pixies el cual hasta el día de hoy lleva ya cinco años. Un documento interesante y único, respecto a la banda, ya que pocas veces he visto cintas donde se muestren las tensiones y las diferencias de una agrupación, dejando ver lo difícil y disfuncional que son los grupos de rock. Si eres fan de Pixies no te la puedes perder, si no lo eres, buen pretexto para conocer a los creadores de joyitas como Break my Body, Where Is my Mind?, Cactus, Isla de Encanta, Vamos y un largo etcétera.
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