miércoles, 3 de diciembre de 2008

" LA MATÉ POR GOLOSA "


(Para leer el siguiente texto, sugiero se haga mientras escuchas “Cocaine Blues” con Johnny Cash)


Me levanté temprano como de costumbre. Y como todas las mañanas me eche una línea de coca. Después de eso, saque el revólver del cajón y observe como dormía placidamente. Sin pensarlo dos veces le disparé, tres tiros en la espalda y dos en la cabeza. Me acosté de nuevo, guardé la pistola bajo mi almohada y la abracé mientras sentía el correr de su sangre. A la mañana siguiente, me metí una línea, recogí mis cosas y me largué de la ciudad. Era la fuga perfecta. Bueno casi, porque la policía me detuvo en Ciudad Juárez, mientras cogía con una prostituta que pesaba más de 90 kilos. Mientras me subían a la patrulla, la prensa me esperaba y me sentí como toda una celebridad. Me trasladaron a la Ciudad de México y encontraron que llevaba una identificaron chueca. El pendejo del MP me dijo: “tu verdadero nombre es Ezequiel Mendoza, no Juan Paredes, pinche asesino”. Guardé silencio porque no vale la pena hablar con los cerdos. Mientras era mi juicio, la prensa seguía de cerca mi proceso. “Asesino, chacal, maldito, desalmado” eran algunos de los adjetivos a los que me hice acreedor. El juicio no fue largo: en pocos días fui sentenciado a 99 años de prisión por asesinato en primer grado. Cuando un reportero me preguntó por qué la había matado lo grité sin reparo: “la maté por golosa”. La muy perra me hizo creer que yo era su papi, pero tenía cinco más. Aún recuerdo con alegría el día que maté a esa puerca.

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