martes, 29 de julio de 2008


Después de pasar desapercibidos con su primer disco "The Velvet Underground and Nico" del año 67, en cual contaron con la colaboración de Andy Warhol, en el diseño y en la producción y de la modelo y cantante Nico, los velvet decidieron romper con el artista plástico y la modelo, para crear uno de los discos más vanguardistas de la época. Con un sonido duro, seco, crudo, lleno de riffs feedback y demás distorsiones, la banda neoyorkina dio un paso adelante en cuanto a experimentación se refiere. Y es que, a pesar de contar con sólo seis tracks, este álbum fue una fuerte influencia para agrupaciones hoy clásicas como Sonic Youth y The Jesus and Mary Chain.
Por un lado, Lou Reed sigue con sus letras directas y crudas, tocando temas como las anfetaminas (White Light/White Heat), el humor negro y grotesco (The Gift), una operación de cambio de sexo (Lady Godiva´s Operation) u orgías, asesinatos y toda una serie de demonios plasmados en letras que dejaban de lado las metáforas, para decir las cosas sin tapujos.
Por el otro, la genialidad y locura de John Cale, quien se encarga del uso de la viola eléctrica y el teclado para crear átmosferas desafiantes, no aptas para personas en busca de acordes amables. Y para complementar el cuadro, la precisión de Sterling Morrison y Maureen Tucker, hacen al Velvet una banda única en su tiempo, incomprendida y valorada años después de su separación. Mención especial merece "Sister Ray", la última rola del álbum que, cuenta la leyenda, fue grabada en una sola toma y dura más de 17 minutos, en donde los velvet se divierten metiendo distorsiones, una letra cargada de violencia y una canción que, en mi opinión, es una muestra de lo que era el velvet en vivo. Un disco indispensable, para quienes aman los riesgos sonoros.

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